Cabalá
Cuántica. Fuente: Jabad.com
Nada en el universo está en un estado
de inamovilidad o descanso absoluto
Por Laibl Wolf
Una de mis memorias de la niñez es la de una lámpara de mesa que me
mantendría boquiabierto durante horas.
Encima de la lamparita había un cilindro de vidrio con líquido coloreado
en el que flotaban gotas a base de aceite. A medida que la lámpara calentaba el
líquido las gotas aceitosas subían -- y cuando se enfriaban descendían.
El sistema estaba en movimiento constante.
Nada en el universo está en un estado de inamovilidad o descanso
absoluto. La piedra aparentemente inmóvil es una colmena de actividad atómica.
El hermosamente claro cielo estival iluminado por la luna está en verdad
repleto con las reverberaciones de explosiones catastróficas de estrellas
distantes y actividad gaseosa gigantesca.
Hasta la plácida conducta de un alma cortés disfraza actividad química y
electrostática que haría estallar los sesos de disco rígido de la computadora
más grande.
La esquizofrenia de la creación se presenta como materia y como ondas.
La realidad juega con nosotros al gato y al ratón, esperando pillarnos en un
estado u otro, pero nunca en ambos.
El gato de Schroedinger vive y muere con el guiño de un ojo. Llámalo el
principio de incertidumbre, si quieres. O culpa a Heisenberg por nuestro
indeterminismo. Pero la verdad cuántica es que nosotros somos esa gota de
aceite siendo adaptada y readaptada por el calentador líquido de la lámpara
creativa -- en un estado constante de movimiento.
La cabalá enseña que mente y materia están conectados. Estamos en íntima
relación con el gran cosmos. Hay algunos pensadores, y de hecho, científicos,
que tropiezan con esta verdad cabalística, bastante independientemente. El
filósofo Thomas Nagle propone que hay un denominador común entre Mente y
Materia, algo más fundamental que ambos, y que explica la conectividad del
fenómeno mental y físico.
¿De qué otra manera podemos explicar que mientras cada átomo individual
en nuestro cuerpo es cambiado para otro nuevo en un ciclo que se cumple cada
siete años, nuestras memorias siguen intactas, y nuestra identidad propia es la
misma? Las nuevas partículas parecerían `heredar´ el viejo conocimiento.
Mientras los científicos cuánticos buscan la subyacente base de la vida,
la Cabalá ya describe esto en la forma de Sefirot -- la
corriente básica de energía creativa que apuntala a ambas, materia y personalidad
humanas.
Estas corrientes primordiales de creación existen en un estado no
material, no corporizado, y luego permean mente y partícula por igual, dotando
a cada cual con el potencial de la relación simbiótica y `comunicación´.
Por ejemplo, las sefirot de jojmá (creatividad
mental), biná (desarrollo de pensamiento) y dáat (conectividad
mente-emoción) que forman nuestra disposición mental y activan nuestras
percepciones sensoriales, también son inherentes a toda materia y forma de vida
-- y también, análogamente, en el plano espiritual.
Yo creo que este conocimiento de la Cabalá nos introduce al maravilloso
secreto de las relaciones exitosas.
Deberíamos fluir en todo momento con el sendero que promueve la mayor
conectividad. Las palabras que hablamos, la conducta que exhibimos, deberían
convertirse en la expresión de nuestra reordenación empática. Nuestra forma
emocional e intelectual debe cambiar a medida de que la calidez de la empatía
reordena el abismo de distancia y diferencia, promoviendo cercanía, mutualidad,
amor y consideración -- la marca de calidad de toda relación en un estado de
verdad.
Siente y experimenta el dolor del otro en su estado de enfado. Considera
y sobreactúa con sus palabras nocivas y espantada cara, y reordénate tú mismo
para que tú crees `un buen ajuste´ para ambos. Sólo entonces puedes tener el
terreno común para prestar tu fortaleza y conocimiento que se convertirá en la
lámpara calentadora para el cambio en el otro.
Esto se llama, en la Cabalá, el flujo sefirótico de jésed.
Permite que tu reorganizado estado se proyecte en el corazón del otro,
en su mente, sus demás partículas del ser y ondas de disposición.
Actúa como el Creador. Pues esa es la imagen en que tú has sido creado.
Las palabras que articulamos son como fotones emitidos de una fuente. Si
sólo hay un único tajo para que los fotones pasen, nosotros mismos, las
palabras actúan como partículas. Hacen impacto sobre el otro a fin de informar
o afectar.
Pero en verdad todas las palabras son una operación de `dos tajos´. Son
como ondas. Más allá del mero impacto en un sentido sensitivo, las ondas
sonoras también tienen una más profunda `ondulante´ conductasefirótica,
cambiando la realidad del otro al volverse parte de él.
El otro ya no puede distinguir más entre la onda que lo rodeó y las
`partículas-palabras´ que hicieron impacto en él. El efecto onda ha creado un
nuevo producto -- un nuevo otro.
El cambio puede ser positivo o negativo. Dependerá de la naturaleza de
la `pantalla de detección´. Si nos dirigimos a alguien que sufre dolor, que
vomita injurias, entonces nuestras palabras pueden encender o apagar. Si
hablamos a alguien que sufre un embate de depresión, nuestras palabras lo
pueden elevar o inclinarlo a hundirse más. La persona que nos oye es la
`pantalla de detección´ para las partículas de nuestra personalidad interior
que se impregnan en su persona.
Entrenándonos en la conciencia y maestría propia, podemos asegurar que
nuestras `palabras-partículas´ se conviertan en una onda de corriente jésed.
La unión que produce el alma dentro de nosotros nos reorganizará de modo que se
logre una mutualidad, se conserve la amistad, y se restaure la tranquilidad.
Este es el poder que tanto tú como yo poseemos en todo momento.
POR LAIBL WOLF

Rabi Wolf, renombrado místico, autor y disertante de temas de Cabalá.
Actualmente reside en Melbourne, Australia. Para más información acceda a
www.laiblwolf.com .
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