Mendigos en
una Boda
"El mundo es un banquete de bodas," concluyó el Rabino Dov
Ber, "creado por causa de la unión de Di-s con Su novia, Israel...
La pobreza del Rabino Dov Ber, el Magid de Mezerich, era legendaria. Las
comidas, cuando había, eran cortezas de pan; el "mobiliario" de su
cabaña era un surtido de tablones de madera y estacas. Una vez le preguntaron
sus discípulos: "Rebe, ¿porqué usted debe soportar tales condiciones
abyectas, mientras otros, mucho menos merecedores que usted, disfrutan de las
bendiciones del mundo de Di-s?" El Rabino Dov Ber contestó con una
historia:
Un hombre adinerado casó su hija. El padre de la novia era un hombre muy
generoso y caritativo y deseaba compartir su alegría con los no tan
infortunados. Así que puso avisos en todas las sinagogas y comedores populares
de la vecindad, invitando a cada mendigo y vagabundo a compartir la fiesta de
la boda.
El día de la boda llegó. Cientos de mendigos se sentaron alrededor de
las mesas servidas con lo más sabroso y lo mejor que el dinero podría comprar.
Pero entonces comenzó la tragedia. La novia, de repente, cayó enferma. Los más
grandes doctores corrieron a atenderla, pero sin efecto. La novia murió y la
boda se transformó en velorio.
Los mendigos se dividieron en dos grupos. Un grupo decía: "La
comida está en la mesa. ¿Quién sabe cuándo, si la hay, se presentará la
oportunidad de llenar nuestros estómagos? Ciertamente, nuestro anfitrión no
querría que toda esta deliciosa comida se desperdiciara. ¿Si permanecemos
hambrientos, aliviaría esto su pesar?"
El segundo grupo de mendigos, sin embargo, no tocaría la comida servida
ante ellos. "¿Cómo podemos comer y beber, lloraban, "cuando el que
nos agasaja está de duelo? ¿Cómo podemos disfrutar una fiesta cuyo propósito y
causa se han transformado en calamidad?"
"El mundo es un banquete de bodas," concluyó el Rabino Dov
Ber, "creado por causa de la unión de Di-s con Su novia, Israel. Pero la
boda fue rota, la casa nupcial--el Santo Templo--destruido. Sí, el banquete
está allí, para nosotros, pero su alma está devastada y su anfitrión de duelo.
"Hay quienes no tienen ninguna dificultad en disfrutar lo que
puedan del banquete. Yo, sin embargo, pertenezco al segundo grupo de mendigos.
No puedo participar de las sobras de esta boda truncada..."
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